El accidente
Al principio no sintió nada La imagen le llegó primero que cualquier otra cosa, incluso el ensordecedor ruido de la máquina que seguía girando sin parar mientras manchaba las mesas de trabajo, los uniformes y las paredes. Ni siquiera oyó los gritos de sus compañeros desesperados que trataban de frenar el aparato. Solo podía oír un pequeño zumbido y tenía la boca seca. Un pinchazo le hizo salir del desconcierto, le subió por el hombro y le llego hasta la garganta, pero no gritó. El desconcierto lo agobiaba. Miró a su brazo izquierdo, tratando de encontrar la fuente de aquel dolor, pero no halló nada, ni siquiera su brazo. La manga de su mameluco de trabajo ya no existía y allí donde debería haber estado su antebrazo había un vacío tan terriblemente inexplicable que él ni siquiera estaba pudiendo percibir la posibilidad de lo que estaba sucediendo. No entendía qué estaba sucediendo, pero eso le venía pasando hace semanas, desde la muerte de su esposa Irma, ni siquiera había podido llorar...